Secreto Masónico


Desde sus orígenes, la Francmasonería fue a menudo calificada de “sociedad secreta”. En diversas oportunidades, cuando el poder imperante quiso condenarla, fue ese el pretexto que utilizó para ello. Tal fue el caso en Francia, durante el gobierno de Vichy, en la España de Franco, la Italia de Mussolini o en Polonia con la ley Beck. En general, bajo todo gobierno totalitario.

El hecho de que algunos Francmasones deseen continuar guardando el secreto sobre su pertenencia masónica se debe a las interpretaciones erróneas de las mentes estrechas, intolerantes, extremistas y hasta integristas que dan de ellos una imagen falsa susceptible de perjudicarlos.

Cada Francmasón puede darse a conocer como tal, pero en ningún caso puede revelar la identidad masónica de sus hermanos. Por lo tanto, la Francmasonería es únicamente discreta. En efecto, los rituales, templos y decoraciones son relativamente conocidos, dado que el público tiene a su disposición en las librerías numerosas obras en todos los idiomas, más o menos documentados y más o menos objetivos.

En “Le Droit Humain” las ceremonias se desarrollan según un rito particular: el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

Las reuniones masónicas comienzan y terminan con una ceremonia simbólica, pero el desarrollo en el interior del Templo no se puede comunicar por medio de la escritura ya que es inherente a una vivencia iniciática que no se puede describir con palabras.

Es oportuno reiterar que el verdadero secreto es la vivencia de cada uno y que, por lo tanto, es incomunicable.